miércoles, 4 de agosto de 2010


El fenómeno del rock nacional
“Si estás a la deriva ¡la única salida es rock!”

Aullidos de bronca, alegría, protesta y deseo, se sumaron a los estridentes acordes de una guitarra distorsionada y una batería que golpeó la calma. El pelo largo, las tachas y el pogo son los rasgos representativos de esta majestuosa forma de expresión que combinó la desconfianza, la crítica y el sentimiento en forma de sonetos musicales rabiosos que molestaron a la sociedad conservadora de los 70.

La canción inocente, populachera y pegadiza que entonaba un alegre Palito Ortega, no lograba cautivar a la creciente masa de juventud crítica; fue entonces cuando, en pleno Gobierno del dictador Juan Carlos Onganía, nacía el rock nacional. Desde el legendario bar La Perla del Once se comenzaron a escuchar los primeros acordes de “La Balsa” y “Ayer nomás” de la guitarra de un inspirado Litto Nebbia.

El rock fue la forma más adecuada para poder decir las cosas que sentían los jóvenes que tenían ganas de ser escuchados. “Ya no creo en nada, ya no creo en ti. Ya no creo en nadie porque nadie cree en mi” gritaba con potencia Samarbide, la voz del violento V8. Estos rockeros entendieron que la mejor forma de ser oídos era haciendo algo que amalgamara las artes poéticas y la potencia.

Desde sus orígenes, y en sintonía con todo movimiento de cambio juvenil, el rock quiso ser callado por los conservadores de la época. Esto originó que rápidamente el rock se comience a masificar entre los jóvenes y que serugieran nuevos artistas que se convertirían en referentes inquietos de este nuevo fenómeno que se avecinaba. Uno de los principales hitos del rock nacional fue el genial Charly García, quien con su particular estilo poético y su talento musical sacudió las mentes de tres generaciones.

Durante la última dictadura militar, muchos de estos artistas fueron censurados y varios tuvieron que exiliarse por la constante persecución ideológica. Fue allí cuando surgió el gran León Gieco que con su particular forma de fusionar la música folklórica con nuevo estilo. “Hombres de hierro que no escuchan la voz, hombres de hierro que no escuchan el dolor, hombres de hierro que no escuchan el grito. Gente que avanza se puede matar, pero los pensamientos quedaran” sigue entonando desde sus entrañas.

Ya en los 80, los ya grandes hitos del rock se soltaron y comenzaron a irritar los oídos de los defensores del régimen golpista. En estos años nacieron grandes bandas nacionales que hicieron historia, como los míticos “Sumo” y Patricio Rey y sus redonditos de ricota”. En donde el Indio Solari desplegó toda su crítica filosófica con sus agudos aullidos que cuestionaban a los medios de comunicación, a la política y detallaban el estado de los excesos. “Este mundo, esta empresa, este mundo de hoy que te esnifa la cabeza una y otra vez. Es una línea y otra línea y otra línea más. ¡voy cumpliendo como puedo ya trabajo acá!” denunciaba desde su cuarto disco.

Hoy, el rock sigue en todo su auge gracias a la inspiración de sus progenitores, y son muchas (no todas) las bandas que alientan la lucha social y advierten a la juventud sobre los peligros de la sociedad de consumo. Como afirma Ricardo Iorio, máximo exponente de la cultura Heavy nacional: “la enfermante histeria que hay a tu alrededor, tratará de agotarte para que formes parte de su digestión.”

Así, hasta el fin de los tiempos, y como afirma el mítico “Pappo” Napolitano, “Que sea Rock”.

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