jueves, 6 de mayo de 2010

Los reformistas de 1918 y el estudiantado actual
El ocaso del pensamiento

“La revolución está en las mentes”. Esta es una frase que representa un ideal de lucha y desacuerdo con todos los conservadurismos. Hoy, en el ambiente universitario, no es más que eso, una frase, pero en 1918 significó una bandera de batalla que logró que la educación superior en toda América Latina tomara un rumbo hasta ese momento impensado.

La Reforma Universitaria de 1918 tuvo su origen en la Universidad Nacional de Córdoba, en donde los estudiantes, cansados de que la Iglesia y de que la moral conservadora no les permitiese estudiar libremente, se alzaron a reclamar los derechos que les eran negados.

“Queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el bárbaro y arcaico concepto de autoridad que en estas casas es baluarte de absurda tiranía y solo sirve para proteger criminalmente la falsa-dignidad y la falsa-competencia”. Expresa el Manifiesto Liminar de 1916 redactado por uno de los líderes del movimiento, Deodoro Roca, donde los estudiantes exigen libertad de cátedra, cogobierno y extensión universitaria entre otros puntos.

Hoy, en la Argentina, estos “reformistas” de causas nobles ya no se ven en los pasillos de las universidades públicas. Los ideales de equidad y beneficio para todos parecen haber escapado de las mentes y ser sustituidos por el conformismo y el individualismo de una masa de estudiantes a quienes solo les importa terminar la carrera lo más rápido posible para conseguir trabajo en una megaempresa y olvidar la sana tarea de pensar.

Después de la caída del Muro de Berlín, cuando la globalización norteamericana tomó las riendas del mundo, la humanidad se quedó sin ese modelo de lucha a seguir y eso repercutió de lleno en la educación. Gracias a los artilugios de la nueva sociedad de consumo, se comenzaron a formar estudiantes para fortalecer el mercado laboral y no para tener una actitud crítica frente a la vida.

Por otro lado, en la Argentina, luego de que la última dictadura militar azotase a la sociedad, la militancia política dentro de las universidades se fue dejando de lado. La mayoría de los estudiantes, por miedo a ser reprimidos por las fuerzas del estado, y por la comodidad del no-compromiso social, abandonaron la lucha que comenzaron muchos de sus progenitores.

Así es como se presencia el ocaso de los ideales de aquellos jóvenes revolucionarios y florecen las nuevas generaciones de estudiantes amansados.


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